lunes, 30 de abril de 2012

No todos los chorizos son chorizos

Los que somos de León sabemos lo que es un chorizo; los que además somos de pueblo, conocemos los entresijos de la matanza, elaboración, curación y resto de procesos que tiene que seguir la carne adobada para poderse degustar como tal. Pero como este periódico traspasa fronteras, podemos encontrarnos con algún lector que no conozca el significado de la palabra “chorizo” y piensen que se trata de uno de esos que se mueven por las altas esferas del poder, se casan con princesas o tienen acceso a todo aquello a lo que las urnas le dieron potestad.

Para evitar confusiones y que a algún respetable le llamen “chorizo” he tratado de poner remedio haciendo una visita al diccionario de la RAE y copiando la primera definición, que dice así: “Pedazo corto de tripa lleno de carne, regularmente de puerco, picada y adobada, el cual se cura al humo”. Y es que en esta época en la que esta palabra se mueve tanto por las redes sociales y por las viñetas de los periódicos, es muy peligroso utilizarla voluntariamente sin que a uno se la endosen por el otro lado; ese que el argot define acciones como “robar, saquear, rapiñar, despojar, hurtar, levantar o mangar”.

Sin embargo, una vez recogida, no hay que poner en duda el éxito de esta nueva feria bañezana en la que distintas variedades de embutido fueron protagonistas de unas jornadas en las que la lluvia quiso compartir escenario con el preciado producto del gorrino y que servirá de muestra para futuras ediciones; y aunque solo se le añada el número de edición y se le siga llamando “Feria del chorizo”, dejándonos la puerta abierta a críticos y opinantes que, como yo, nos gusta sacar punta a todo lo que se mueve.

lunes, 13 de febrero de 2012

Cuando uno no acepta el lugar que le corresponde

Artículo publicado en Ibaneza.es
Si todos sabemos pasar página y mirar de frente el calendario, que no tengo ninguna duda, no me entra en la cabeza que los concejales de la oposición en el Ayuntamiento de La Bañeza sigan mirando con nostalgia al pasado cuando lo ideal, si es que tratan de llegar a gobernar algún día, sea mirar con esperanza al futuro y dejar de perder el tiempo con pataletas de patio de colegio porque no se les invita a los actos protocolarios en los que, supuestamente, se les invita o deja de invitar por diversas razones que dejaron de preocuparme.

Ellos, erre que erre, continúan pidiendo peras al olmo y mostrándose ofendidos cuando en la primera línea de la foto sale el alcalde y los concejales con responsabilidades de gobierno, sin aceptar el lugar que a cada uno le corresponde. Me contaban hace un tiempo que el duque de Edimburgo siempre camina un paso por detrás de su esposa, la reina de Inglaterra; por algo será. Igual solo es cuestión de darle un repaso a los manuales de protocolo que nunca están de más y que sirven para no hacer el ridículo y se dedicaran a trabajar porque, dicho sea de paso, es para lo que el pueblo eligió a cada uno de los 17 ediles.

Los plenos, últimamente comparables a la barra de un bar, en otras legislaturas eran para tratar los asuntos más o menos serios que preocupan a los ciudadanos; en ésta son para pedir seguridad para los gatos que cruzan de noche por los pasos de peatones, para reclamar las susodichas invitaciones y otras incoherencias que parecen ser los únicos puntos preocupantes del orden del día. Y es que no está de más saber que se también se puede representar al partido en alguna de las cenas que, ante la imposibilidad de facilitar invitaciones por parte de la entidad organizadora, uno se paga el cubierto de su bolsillo.

Otro de los asuntos que parece que no entiende esta nueva bancada de concejales es, como decía al principio, el de pasar página y mirar de frente al futuro, que es el que se presenta teñido de nubarrones. Supuestamente, y por muy poco que trabajaran quienes cedieron el testigo a estos ediles, las cuentas, presupuestos, decretos de la alcaldía y documentos varios ya fueron fiscalizados por quienes tenían el derecho y la obligación de indagar entre ellos y no es momento de poner en entredicho su trabajo ante la opinión pública. En cambio, sí es momento de censurar, por parte de exediles, votantes y opinantes la labor de quienes ostentan ahora este cargo para el que fueron elegidos las pasadas elecciones.

Los nuevos concejales muestran escasa reflexión acerca de lo que se están jugando de cara a los próximos comicios y creen que formar parte de la corporación municipal es un juego entre amigos exento de obligaciones y colmado de derechos, sin pararse a pensar que la próxima campaña electoral comienza justo al día siguiente de las últimas elecciones, mientras desperdician el tiempo rebuscando en el pasado y dejando pasar oportunidades de oro que pasan y no vuelven. En fin, hay cosas que se pueden decir más alto, pero no más claro, pero siempre sabrá quien sepa sacar partido de la situación y jugar sus cartas de la forma más idónea mientras otros andan perdidos a lo suyo.

© PdL Editores 2007