Otro 31 de diciembre más y ya van… ¡Buf! Demasiados para recordarlos todos. Sin embargo cada fin de año suelo hacer inventario de los mejores momentos del año en curso mientras cocino algunos manjares con los que terminar el año. He tenido fines de año alegres, tristes, felices, me imagino que a todo el mundo le suceda igual. Llamadas telefónicas de amigos y familiares, SMS, cena, brindis y las uvas de la suerte serán los finales de año de la mayoría de los mortales. Nada distinto. En cada casa se repite la misma historia.
Si yo tuviera que elegir un acontecimiento de mi vida relacionado con un fin de año, no sabría decir. La cuestión es que cada fin de año me entra la nostalgia por el tiempo vivido y por las situaciones pasadas y no puedo evitar hacer un pequeño repaso de mi vida. Algo así como un rápido vistazo a mi diario mental, a la hemeroteca de mi vida cargada de años y situaciones de todo tipo.
Es el día de soñar, de pedir deseos para el año que empieza y de pedir un año “algo mejor que el que termina”; somos egoístas y siempre pedimos algo mejor, que vivamos mejor, que nos toque la lotería, que encontremos un amor, que seamos más felices, que mejoremos en el trabajo. Es el día de los deseos que, muchas veces sabemos de antemano que no se cumplirán pero año tras año seguimos pidiendo: “por no pedir… que no quede; ¿Y si la suerte se equivoca y me toca a mí? Con lo mal que lo he pasado… ya es hora de que me toque algo bueno”
Al final siempre terminamos diciendo lo mismo: “que no me ponga peor de lo que estoy” y nos conformamos con lo que nos toca vivir, sin embargo seguimos confiando en la suerte, en la magia de la Navidad para seguir soñando, para seguir escribiendo en nuestra imaginación el futuro que nos gustaría vivir. Intérpretes por un día de nuestros sueños. Las burbujas y la magia nos permiten terminar el día con un papel protagonista en el teatro de nuestra vida.
Si yo tuviera que elegir un acontecimiento de mi vida relacionado con un fin de año, no sabría decir. La cuestión es que cada fin de año me entra la nostalgia por el tiempo vivido y por las situaciones pasadas y no puedo evitar hacer un pequeño repaso de mi vida. Algo así como un rápido vistazo a mi diario mental, a la hemeroteca de mi vida cargada de años y situaciones de todo tipo.
Es el día de soñar, de pedir deseos para el año que empieza y de pedir un año “algo mejor que el que termina”; somos egoístas y siempre pedimos algo mejor, que vivamos mejor, que nos toque la lotería, que encontremos un amor, que seamos más felices, que mejoremos en el trabajo. Es el día de los deseos que, muchas veces sabemos de antemano que no se cumplirán pero año tras año seguimos pidiendo: “por no pedir… que no quede; ¿Y si la suerte se equivoca y me toca a mí? Con lo mal que lo he pasado… ya es hora de que me toque algo bueno”
Al final siempre terminamos diciendo lo mismo: “que no me ponga peor de lo que estoy” y nos conformamos con lo que nos toca vivir, sin embargo seguimos confiando en la suerte, en la magia de la Navidad para seguir soñando, para seguir escribiendo en nuestra imaginación el futuro que nos gustaría vivir. Intérpretes por un día de nuestros sueños. Las burbujas y la magia nos permiten terminar el día con un papel protagonista en el teatro de nuestra vida.