
Es lo que estoy sintiendo en los momentos en los que España se juega el prestigio en Eurovisión con este personaje tan peculiar. Cuando vi en cierta cadena televisiva, que no suelo frecuentar, que este “artista” sería el encargado de representarnos a todos los españoles, pensé que sería una broma de mal gusto, pero en los días sucesivos, supe que estaba equivocada al darme cuenta que la chiquiliquatremanía nos estaba invadiendo por todas partes. En ese preciso momento pensé que era más chiquiliquatre el que había permitido semejante atrocidad.
Enseguida pensé que como broma estaría bien, pero me resistía a pensar que aquello pudiera ser verdad. España, cuarenta años sin ganar el festival, ¿pretende conseguir algún punto con este señor?, siento no echarle en esta ocasión la culpa al Gobierno, al menos al ministro de Cultura que no haya tomado cartas en el asunto, aunque fuera alegando “atentado al buen gusto” o algo así; pero creo que esta vez los españoles que han votado a esta reliquia, únicos responsables del desaguisado, sí que han perdido el norte.
Este año no estaré pendiente del televisor esperando que los países participantes voten a España para poder subir el marcador y desbancar a los países que todos los años hacen que se cumplan las predicciones y nos arrebaten el triunfo. Este tipejo no me resulta nada agradable, me parecen de mal gusto sus bailes indescifrables y sus letras pegajosas. Al mismo tiempo, espero que esta moda pase rápido y todo el país olvide pronto a este prototipo de músico, aspirante a ganar un galardón tan inalcanzable como resulta ser Eurovisión.
Enseguida pensé que como broma estaría bien, pero me resistía a pensar que aquello pudiera ser verdad. España, cuarenta años sin ganar el festival, ¿pretende conseguir algún punto con este señor?, siento no echarle en esta ocasión la culpa al Gobierno, al menos al ministro de Cultura que no haya tomado cartas en el asunto, aunque fuera alegando “atentado al buen gusto” o algo así; pero creo que esta vez los españoles que han votado a esta reliquia, únicos responsables del desaguisado, sí que han perdido el norte.
Este año no estaré pendiente del televisor esperando que los países participantes voten a España para poder subir el marcador y desbancar a los países que todos los años hacen que se cumplan las predicciones y nos arrebaten el triunfo. Este tipejo no me resulta nada agradable, me parecen de mal gusto sus bailes indescifrables y sus letras pegajosas. Al mismo tiempo, espero que esta moda pase rápido y todo el país olvide pronto a este prototipo de músico, aspirante a ganar un galardón tan inalcanzable como resulta ser Eurovisión.