lunes, 15 de diciembre de 2008

Publicidad engañosa

Aprovechando estas fiestas “tan entrañables” y tan comerciales, quiero sacar un tema que me preocupa: hay anunciantes que lo que anuncian no siempre se ajusta a la realidad; he visto en la tele anuncios de todo tipo de juguetes en los que se omiten (no sé si intencionadamente o no) las medidas de los mismos. Me explico: cuando una niña se pide para Reyes una muñeca determinada, muchas veces piensa que será su amiga, que se intercambiarán la ropa, que baila y juega con ella, que la muñeca será como ella y un sinfín de cosas más que la muñeca hace en el anuncio televisivo y no lo hace cuando llega a su casa en una caja envuelta en un bonito papel de regalo.
A mi hijo le pasó con cierto barco que se había pedido para Reyes hace ya unos cuantos años. Ya en el momento de coger la caja en sus manos, vio que la envergadura del barco de la tele y aquel, no podía ser la misma, ya que según sus cálculos, pesaba demasiado poco y, por muy grande que fuera, él no entraba en el barco. Otra decepción surgió cuando el barco no navegaba por los siete mares en busca de tesoros, como el del anuncio, ni siquiera se sostenía cuando lo colocó en la bañera intentando que, al menos flotara.
Los piratas eran “los mismos personajes” de la granja, del fuerte y de algún que otro juguete más, de la misma colección, que ya atesoraba de ocasiones anteriores. Lo abrió, jugaba con él, a mis preguntas afirmaba que sí, que le gustaba mucho, pero durante todo el día, pude comprobar un halo de decepción en su rostro que no me llegó a confesar. A lo largo de la tarde vimos alguna vez el susodicho anuncio y con su carita de sentirse engañado me dijo: “mamá, por qué el barco de la tele es tan grande y navega y el mío no? Le contesté: “hijo, en la tele todo es mentira”.
Yo no me sentí engañada, yo sabía que era un juguete, pero mi hijo, a sus 6 o 7 añitos, se imaginaba “su barco” de otra forma. Desde aquella navidad, los dos nos acordamos de aquella historieta cuando vemos los anuncios de los juguetes y las caras de felicidad que los niños de la tele ponen al jugar con ellos. Unas veces Pedro, otras yo, recordamos aquella anécdota y, creo, que quince años después siente la misma rabia que sintió en aquel momento, por haber sido “engañado”

6 comentarios:

Pedro J. Abajo dijo...

jaja!! todo es verdad. Creo que todavía hoy me sigo sintiendo engañado y decepcionado; me imagino aquella cara de decepción al ver que el agua no venía dentro de la caja y que las medidas de ésta no eran tales como para que dentro viniera el barco que yo esperaba, el que salía en los anuncios y que era poco menos que un trasatlántico. Es el maravilloso reino de la publicidad, que no es tarea fácil si alguien está 5 años estudiando para aprender a vender. Y los niños son blanco fácil, lamentablemente.

Caballero ZP dijo...

Yo tengo dos hijos pequeños, y con el niño me pasa algo parecido, está pidiendo la jungla de Tarzan, y yo sé que es por lo que ve en el anuncio que hace, pero que en la realidad no.
También es indígnate las horas que te tiene que pasar montando piececitas pequeñísimas, cuando en ningún momento te has comprado una maqueta, o te han informado de que el juguete venga así.
Saludos

Mª Ángeles dijo...

Hola Pedro, ya veo que te ha gustado el post que te dediqué. No te vayas a pensar que te quiero hacer la pelota eh! lo que pasa es que el tema que me impuso mi musa era ese, debido a un anuncio que vi el domingo, pero me acordé de tu carita, de la foto e inmediatamente me puse a escribir y a buscar en los álbumes aquellos en los que guardo las fotos de cuando eras pequeñajo.
No me eches la bronca por el montaje, ya sé que el photoshop no lo manejo como tú. Así que estas navidades ya me puedes dar alguna clase más.
Bueno, este año intentaré estar a "la altura" y ofrecerte un regalo cuyas medidas no te decepcionen, aunque sabes que desde que no crees en los reyes magos me lo curro más. Prometido.

Mª Ángeles dijo...

Hola Caballero ZP,la verdad es que los padres nos preocupamos de que nuestros hijos sean felices y tengan lo mejor, pero en estas ocasiones no podemos hacer nada por evitar su tristeza, ya ves mi hijo, todavía "hoy se siente engañado y decepcionado". La verdad es que los fabricantes tienen que maquillar su producto para poder venderlo, pero deberían dar más información acerca de lo que los niños demandan, de ese modo se evitarían estas decepcioens. A tu hijo le puede pasar algo parecido, porque se esperará que dentro de la caja venga toda la selva al completo incluído Tarzán y no se imaginará que los animales son de plástico y los árboles, ríos y demás son sólo el aderezo del decorado para que el juguete llame la atención.
A mí estos temas me parece que deberían estar algo más controlados por la OCU o por quien corresponda.
Saludos y vete pensando cómo contarle a tu hijo "las mentiras de la publicidad" Suerte.

Sonia Antonella dijo...

Yo creo que somos los padres un poco culpables de engañar a nuestros hijos...Me explico, a mis hijos cuando eran chiquitos...aún no sabían escribir...yo les decía: dibujen lo que quieren para navidad. Uno de esos dibujos será escogido, para esta navidad...Por qué no todos? me dijo uno de ellos...allí le expliqué que el viejito pascuero tenía que visitar a muchos niños! creándoles , un mundito de fantasía...
Cuando ya comenzaron a escribir, igual cosa. Hagan su lista...
Al transcurrir el tiempo, ellos solitos se dieron cuenta de la realidad.Siempre los llevaba de tienda...ese quiero, decía uno...ese es el que quiero yo! uhmmmmmm veremos ,como está el bolsillo del viejito pascuero, les dije una vez...jejejejjejej me miraron y con una sonrisa cómplice y me dijeron: mami, creo que a ti y al papá ya le han pagado su aguinaldo.
Ups! Creo que me he sobrepasado…pero me gusta recordar esos momentos.
La publicidad vende, pero está en nosotros, los adultos, a que saquemos a nuestros niños, para que se den cuenta como es la realidad...y no se sientan frustrados con su regalo deseado.


Besitos y feliz navidad!

Soni

Mª Ángeles dijo...

Hola Sonia, me gusta tu anécdota y si, creo que los padres debemos decirles a los hijos como son las cosas y evitar que esa publicidad engañosa se cebe en ellos y ver como se sienten decepcionados. En aquel momento no me supe anticipar a los hechos ya que no me esperaba aquella decepción. Nunca pensé que mi hijo creía que aquel barco era enorme y surcaba los mares, sino que supuse que él sabía que era un juguete de dimensiones adecuadas a su edad.
Gracias por tu comentario

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