martes, 1 de enero de 2008

Un calendario en blanco


Recién estrenado un nuevo año en el que los deseos de las personas que nos quieren y muchas de las que nos odian, nos auguran los mejores deseos para el año que comienza, nos paramos a pensar y vemos que un nuevo año no es más que un calendario con todos los días sin marcar, sin estrenar y sin saber lo que nos deparará cada uno de ellos. Un calendario en blanco que a lo largo de su andadura nos puede traer sorpresas agradables o sustos desagradables. Muchas veces eso dependerá de nosotros.
Este nuevo año nos traerá a los que somos algo aficionados a la política, motivos suficientes para que la adrenalina se dispare hasta límites insospechados. A unos los desbancaremos de sus cómodos sillones y a otros los colocaremos en el lugar que siempre debieron ocupar. Habrá quienes quedarán relegados al despiadado olvido y no tendrán que buscar justificaciones en nadie, sólo en su propia ineptitud. Y habrá quien, triunfante, ocupará ese lugar y comenzará a llenar los días en blanco de su propio calendario.
Pero un año, a día 1 de enero, da para mucho y ahora vemos demasiado lejos fechas que están muy próximas, fechas que darán o quitarán razones, situaciones que irán cayendo por su propio peso, páginas en blanco que día a día iremos llenando con retazos de nuestras propias vidas, hojas de un calendario recién estrenado que nos hará darnos cuenta de los pasos que vamos dando en nuestro caminar diario. Días que iremos quemando en la hoguera de los momentos pasados. Hoy comienza un nuevo año que promete ser distinto.

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